sábado, 26 de septiembre de 2009

Ruido tropical

Casi todas las mañanas veo taxistas dormir recostados en sus coches a la sombra de una acacia, y jardineros a pleno sol tumbados sobre el césped. Alumnos en la universidad, dormitando sobre una esterilla debajo de un patio javanés, y dependientes de tiendas, kioskos, o tenderetes, que posan la cabeza en el mostrador y roncan como si el mundo no existiese.

La gente en Surabaya parece dormir a ratos, casi por capítulos, o por entregas.

A todas horas, siempre en periodos en que no hay vacaciones, en el kost donde vivo se puede ver, y sobre todo escuchar gente entrando, y saliendo, o dándose una ducha. A medianoche no es raro oír una radio a todo volumen, o un grupo de estudiantes, fans del Manchester United dando voces mientras siguen por televisión un partido del equipo de sus amores.

Pese a que, a partir de las diez de la noche el volumen, y ruido del tráfico ha descendido notablemente, mis vecinos del kost cuando llegan del trabajo en sus motos, no se cortan un pelo en hacer el ruido que sea necesario. Y uno puede darse con un canto en los dientes, porque por las mañanas a más de un vecino le da por encender la moto, escuchar un rato el motor, y hacer las pertinentes reparaciones.

El mes del ramadán ha sido peculiarmente ruidoso, y el comienzo del Eid Ul Fitr , aquí llamado también Lebaran, ya no digamos: Una fiesta de canciones, voces en árabe que alaban a Mahoma, petardos, o música.

Incluso no es raro ver escenas como esta a las dos de la madrugada.



Un grupo de chavales del barrio que ensaya de madrugada para ir pidiendo una especie de aguinaldo, mientras tocan por las calles, a media tarde.

Da igual que sea sábado, domingo, o miércoles. La primera vez que los oí me quedé fascinado. Venían subiendo la calle en donde vivo, entre risas con su soniquete.

Para tener de siete a diez años hacen a veces filigranas con las percusiones dignas de un rumbero profesional. Y utilizando “sólamente” cacerolas, alguna botella, latas, cucharas y un tubo de cartón grande que hacía las veces de bombo.

Sobre las cuatro de la madrugada, cuando parece que hace dos horas que las cosas se han ido calmando progresivamente, la voz del Adzan invade el horizonte, y mis pabellones auditivos pese a a dormir con tapones. Mala suerte si uno no está dormido en ese momento, porque después es difícil conciliar el sueño, porque la llamada a la oración hace que la ciudad entera se despierte, y todo el mundo comience su jornada, que por supuesto, y gracias al calor, ha de ser somnolienta.

Primero suena la voz de uno de los "gritadores", a veces en la lejanía, luego otro comienza la llamada a la oración, luego otro, y luego otro. En ocasiones, como esta noche, he podido oir a seis personas al mismo tiempo llamando a la oración.

Después de haber experimentado como son las noches indonesias en un barrio típico de por aquí, no me extraña que la gente, de vez en cuando de cabezadas, o consuma productos con vitaminas de manera casi compulsiva. En otra ocasión les contaré lo de las vitaminas, que es muy interesante. Ahora voy a echarme un ratito, siguiendo las costumbres de los nativos...

2 comentarios:

  1. Si me das tu dirección, te mando tapones para los oídos. Mano de santo! Yo no viajo sin ellos

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  2. Hola Tirmita: De hecho tengo una caja de 5 pares, pero si uno no se duerme, de las voces del azan, y de las motos no hay quien te libre: Se escuchan atenuados, pero se escuchan.
    Yo tampoco viajo sin ellos :P

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